Verso 6


Cuando una persona a quien he ayudado, 
o en quien he depositado todas mis esperanzas 
me daña muy injustamente, 
pueda yo verla como a un amigo sagrado.


   Generalmente, cuando ayudamos a alguien, tendemos a esperar algo a 
cambio. Cuando una persona tiene una estrecha relación contigo tiendes a 
esperar algo de ella. Y si esa persona, en lugar de responder positivamen- 
te a tu bondad y compensarte por ello, te inflige daño, sientes indignación, 
como normalmente le ocurriría a cualquiera. Tu sentimiento de dolor y 
desilusión es tan fuerte y tan profundo que consideras perfectamente justi- 
ficado reaccionar con indignación y enfado. Pero a un verdadero practi- 
cante se le sugiere que no se deje llevar por esa clase de respuesta común, 
sino que utilice la experiencia como una oportunidad para adiestrarse, co- 
mo una lección y una enseñanza. El practicante debe considerar a esa per- 
sona como a un verdadero maestro de paciencia, porque es en ese mo- 
mento cuando se hace más necesario tal adiestramiento. Uno debe recono- 
cer que esa persona es tan valiosa como un maestro precioso y difícil de 
hallar, en lugar de reaccionar con enfado y hostilidad. 
No obstante, no se está sugiriendo aquí que un verdadero practicante 
deba ceder siempre ante cualquier perjuicio o injusticia que se le esté in- 
fligiendo. De hecho, de acuerdo con los preceptos del bodisatva, se debe 
responder a la injusticia con una fuerte contramedida, especialmente si 
existe algún peligro de que el perpetrador del crimen vaya a proseguir con 
sus acciones negativas o si otros seres sentientes pueden verse perjudica- 
dos. Lo que se requiere es comprender bien la situación. Si ocurre una in- 
justicia y no trae mayores consecuencias para el perpetrador del crimen ni 
para otros seres sentientes, entonces, quizá será mejor dejar las cosas tal 
como están.

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